Con motivo del 300 aniversario del nacimiento de Carlos III, rey de España, Patrimonio Nacional presenta esta nueva adaptación de la exposición, que estuvo abierta al público desde diciembre de 2016 hasta el 7 de mayo, en la que se retrata el arte de la corte bajo su reinado, destacando la importancia que el monarca otorgó a las artes decorativas en la ornamentación de los Sitios Reales.

Patrimonio Nacional presenta esta nueva adaptación de la exposición

Esta exposición, patrocinada por la Fundación Banco Santander, cuenta con 22 obras de instituciones como el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza, el Museo Metropolitano y el Palacio Real de Nápoles, que se incluyeron en la primera edición de esta exposición, nuevos temas como los funerales y elogios dedicados a los Reyes, obras emblemáticas El Retrato de Carlos III, pintado por Mengs y presentado por el monarca al rey Federico V de Dinamarca en 1765, ocupa un lugar de honor en la exposición.

Como novedad, la exposición reúne las Cinco Vistas de Pietro Fabris, el programa pictórico del dormitorio de Carlos III, así como decoraciones singulares como el «Comedor» del Palacio Real de El Pardo, y los muebles de tapicería y dormitorio de Carlos III.

Esta exposición está estructurada en secciones: Carlos III en Nápoles; el Dormitorio Real de Carlos III; los tipos populares de Lorenzo Tiépolo; la religiosidad del Rey; el Rey «de lo ascendente a lo ascendente»; los chinos; el taller de marfil de Buen Retiro; Carlos III y los talleres reales; la muerte del Rey; y finalmente,»Funerales y alabanzas».

Ilustre soberano y mecenas de las artes, Carlos III es el referente indiscutible de la fructífera relación entre la Corona y la Cultura en España y la Edad Moderna. Su reinado, además de promover grandes obras públicas, implicó la intervención del Estado en aspectos estéticos a varios niveles. Pero es sobre todo en el entorno del monarca, en el arte de la corte creado bajo su patrocinio directo, y que esta exposición está dedicada a la exhibición, donde se perciben estas innovaciones.

Estas obras artísticas, que servían a la vida cotidiana del Rey y de su familia, fueron concebidas para fines funcionales pero también ornamentales y representativos: su calidad, magnificencia y suntuosidad, su tono cosmopolita, eran una declaración de poder. Expresaron no sólo la majestad del Rey, sino también la de la vasta monarquía que el Rey encarnaba. En sus palacios, el de Madrid y los cuatro Reales Sitios donde transcurrió cada periodo del año, esta alianza entre el poder y la ilustración se expresaba a través de todas las bellas artes: pintura con figuras como Giambattista Tiepolo, Mengs y sus discípulos españoles como Francisco de Goya; artes decorativas gracias a las Reales Fabriques de tapicería, porcelana…

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